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Nació el 11 de noviembre de 1903 y falleció el 25 de junio de 1988. Su nombre de pila es Jacoba Ramos, en honor a su abuela, pero desde temprana edad decidió adoptar el nombre de Lilia. Fue pedagoga, escritora, psicoanalista y psicoterapeuta, así como productora de ensayos y cuentos para niños.

Es la primera mujer que recibió el galardón, por una vida cargada de fuerza y espíritu contestatario. Como activista en el Partido Comunista, escribió ensayos vinculados a los derechos de las mujeres, la educación infantil y el posicionamiento del voto femenino. En el campo literario, sus cuentos se destacaron por estar plasmados de tradición, enseñanza y por describir pasajes de la cotidianidad de los costarricenses, desde una reflexión crítica.

Desde los años treinta doña Lilia se preocupó por organizar tertulias, por conseguir una casa o saloncito para discutir poesía, prosa, arte, ciencias sociales; en esos primeros años, participaron Max Jiménez, Julián Marchena, José Basileo Acuña, entre otros. Más adelante, no solo organizó tales encuentros, sino que propició el crecimiento de jóvenes artistas y escritores: revisó sus trabajos, sugirió lecturas, editó sus textos -fue gerente de la Editorial Costa Rica-, compró sus piezas y libros para ayudarles; entre estos jóvenes se encontraron Daniel Gallegos, Julieta Pinto, Alfonso Chase.

Su vocación de maestra la llevó a fundar, en 1924, la Escuela para padres, cuyo objetivo se centró en que los padres y madres se vincularan en la educación de sus hijos. Uno de los temas centrales de la escuela fue la educación sexual de los adolescentes. En palabras de Yadira Calvo, esto la llevó a “enfrentarse al juicio malintencionado de las gentes, que la califican de librepensadora, lo cual, en Costa Rica, por esos años, resultaba un cargo casi tan grave como ser sospechoso de herejía cuando la Santa lnquisición”.